sábado, 30 de enero de 2010

Un cuento: La valija de acero

(viene de allá)

De inmediato, me pregunté qué estaría oyendo y a quién estaría tranquilizando. Y me dije:
"Yo tengo que ir al centro a hacer ese trámite. No puedo engancharme en esto..."

Pero, ¿vieron? La curiosidad mató al gato... y a mí me atrapó.

Con disimulo, me bajé detrás del tipo y lo seguí...

(ahora, siguen Uds.)

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Mientras salia de la estacion siguio hablando pero el ruido del tren que seguia hacia Villa Luro me impidio escuchar lo que decia. Para cuando el tren habia abandono la estacion el niato ya habia metido su celular en el bolsillo de su campera de jean. Que hacia con campera con las calles portenias goteando asfalto?

Salio hacia Av Rivadavia...paro en un Kiosco y se compro un agua mineral. Pense que seguia, pero se le acerco una morocha todo terreno y se pusieron hablar...

susy dijo...

El tipo llevaba una valija de acero, pero lo que a vos te dio curiosidad era la manera en que tranquilizaba a su interlocutor.
Creo que pensaste un alguna cosa medio rara.
Pero te equivocaste y encima dejaste de hacer tu diligencia al divino cohete.
El señor de la valija, era un electricista y trataba de tranquilizar a su clienta confirmándole que iba para su casa a arreglarle el aparato de aire acondicionado. Ese día había de sensación térmica 38º.
Para la próxima no imaginar lo indebido, jajaja
besitos
susy

Anónimo dijo...

HOY ESTOY MISTERIOSA Y CRÍPTICA, CON "P"; A VER:
Caminaba rápido, pero como suspendido. Su brazo izquierdo, meciéndose al compás de sus pasos, pero conteniendo el movimiento, parecía una rama cargada de frutos golpeada por un viento suave.
Cada 10 o 15 metros se detenía, subía la abertura del maletín a la altura de su boca, y susurraba algo.
Mil imágenes se me cruzaban por la mente. Imaginaba un bebé, un gatito, un pedazo de cartón, cada una de las visiones se correspondía con una caracterización del tipo: loco, criminal, caritativo… Cada vez más intrigada, sin saber bien lo que hacía, apuré el paso para ponerme a la par de él.
- Disculpe, señor…
Se detuvo sobresaltado. Apretó el maletín contra su pecho, con las dos manos, y me miró fijamente, intrigado.
- Ya sé que no me importa, Ud. puede no contestarme, pero ¿qué lleva en el maletín, a qué o a quién le habla?
- La estaba esperando… Le estoy hablando a usted.

Anónimo dijo...

Me olvidé de firmar lo anterio. Silvia de Don Torcuato

Anónimo dijo...

Bajé del bondi con cierta precaución y empecé a seguirlo a unos metros. El tipo era grande de espaldas y vestía con cierta desenvoltura. Su pelo ralo y cano lo acercaban a los cuarenta y tantos años. Hablaba por el celular en la mano izquierda y con la otra acompañaba la conversación. Sentí temor entonces; su andar presuroso y desenfrenado era lo que me alertaba.
De golpe cambió de rumbo, y con un movimiento resuelto abandonó su teléfono en el alfeizar del café de la esquina. Esperé que se alejara y tomé el aparato en mis manos. Movido por la curiosidad lo abrí, rastreé la ultima llamada y deliberadamente apreté send. Desde el otro lado, vaya uno a saber que tan lejos o tan cerca, una voz ronca y desconfiada dijo: ¡te dije que no llamaras acá… nos tienen rastreados!
Finalmente, lo racional en mí pudo más que la intriga. Al final, pensé, no soy más que un tipo yendo al centro para hacer un trámite…

Un temible individuo, sindicado como presunto jefe de una peligrosa organización de secuestradores, fue arrestado por las autoridades policiales luego que, junto a otros delincuentes, privara de la libertad a un joven de 20 años… (Crónica, 11/03/2010)

Emiliano Bernardis

Ana Silvia Mazía dijo...

A ANÓNIMO Emiliano B.:
Me encanta cómo resolviste el cuento. Pero hay un pequeño detalle: las manos.
El individuo llevaba la valija de acero, que es el título, ¿recordás? Entonces, ¿cómo hacía para sostener el celular con la izquierda y gesticular con la otra? ¿Y la valija?
Insisto: lo demás está buenísimo.

Gracias y abrazo

Anónimo dijo...

¡Es verdad señora! Leí las letras en color violeta y olvidé el título. Bueno, la valija de acero quedará para la próxima. Saludos .

Emiliano Bernardis.