lunes, 30 de noviembre de 2009

Minicuento de Mario Capasso

El hombre

El hombre, que parecía satisfecho, caminaba por Plaza de Mayo y entonces la vio y se agachó a agarrar la esquirla.
Al rato, mientras esperaba en una esquina para cruzar la calle, comenzó a silbar un tango y a sangrar.

No entendía


No entendía por qué, cada vez que me acercaba a esa esquina, me sentía más liviana, me daban ganas de cantar, de reír, de besar. Miraba en torno, y ahí estaban las mismas sordideces de siempre:
"ataúdes" en construcción, mugre, ruidos brutos, golpes, chirridos.
Pero bastaba que me llegara ese perfume exquisito para sentir que levitaba, que me alegraba.

¡Y ahí estaba él, riéndose de mi despiste!
Un tilo joven, erguido, con su melena verde, sus ramilletes mínimos, sombrillas diminutas que regalan, hasta morir, ese ámbar glorioso.

A.S.M.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

¿Vieron que se puede?



¡Siempre y cuando

no haya hambre!

martes, 17 de noviembre de 2009

Galería de personajes III


Una especie de maja, por su aspecto, pero que vive encerrada, con las persianas bajas, cosiendo bolsos y carteras. Y déle y déle a la máquina, sola, empecinada. La diariera la visita poco porque padece de claustrofobia, qué se le va cé...
Y esta mujer brava y laburadora tiene hijos apenas salidos de la adolescencia, que sostiene sola. Laburan, ojo, pero ella sostiene.
Cuántas habemos... Cuántas...

viernes, 13 de noviembre de 2009

A pesar de todo...


La magia es terca.

La luz, también...

por fortuna.

martes, 10 de noviembre de 2009

Lluvia amarilla - poema


Lluvia amarilla

Lluvia

sobre mi falda amarilla.

Sobre tu cuerpo moreno.

Lluvia, deseo

amarillo

flor

deshojada

marchita

turgente

amarilla

bajo la lluvia

del deseo moreno.

(un recuerdo – 09 11 09)

A.S.M.

Miedodio - poema

Miedodio

"Yo primero primero primero

así no me tocan

así no me alcanzan

así no me hieren.

Yo sigo.

Sigo sigo.

Marcho. Piso.

Cuando siento quebrarse los huesos

bajo mis pies

cuando aplasto un órgano

que palpitaba

y grita

y gime

yo ya estoy lejos

adelante.

Hacia la estrella de oro

que brilla a lo lejos.

Siempre hacia allá

hacia el fulgor.

Ya lo alcanzo."

Cayó y cayó y cayó

por un pozo profundo profundo

un suspiro antes de llegar.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Garrote vil


Garrote vil
angustia
cierra el aire
cierra la música
obtura el cielo,
garrote vil.
Está hecho de culpa de miedo de pena
garrote vil.
Y también un poco de
i dio tez.
Vil garrote
oxidado podrido deshecho
con la sola carcajada de un nene
y un rayito de sol
que, en esencia,
es lo mismo.

Ana Silvia Mazía


viernes, 6 de noviembre de 2009

DÍA DEL CANIYA - 7 de noviembre


¡A lo diario, diario!
¡Compren mucho diario el domingo, amigos,
que la diariera quiere darse algunos lujos,
qué tanto!

jueves, 5 de noviembre de 2009

martes, 3 de noviembre de 2009

Laureano, el falso

Laureano es de esa clase de personajes que te mira inclinando la cabecita y te dice:
-Sos maravilloso/a. Cuánto aprendo de vos, con vos.
Y sonríe, y uno/a se lo cree porque, ¿quién no necesita un lustre al ego?
Después, mientras una (basta de falsedades) se regodea en la admiración y el cariño, el Laureano te clava el puñal por la espalda y te reitera:
-Sos maravillosa, increíble, pero chau, porque tenés mal aliento... o titubeaste al explicarme algo... o te pusiste dos veces la misma remera... o no hiciste lo que yo esperaba que hicieras. Chauuuu... chauuuu...
Y se va, haciéndote chau con la manito, inclinando la cabecita para el otro lado, haciendo pucheritos como si estuviese compungido.
Y sus elogios te engancharon en problemas, te comprometieron, te pusieron en una falsa situación.
Bueno, los Laureanos de este mundo no se animan a decir la verdad en la cara, con respeto, en el momento justo. Por eso van dejando un rastro maloliente.
Menos mal que después vienen los justos, los buenos, los graciosos, los verdaderos y te perfuman de vuelta el camino.

Chau, chau, Laureano Falso
A.S.M.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Galería de personajes I



Dama diariera sentada en el borde de un cantero, en la acera, esperando a que su médico de cabecera la atienda. Sala de espera es demasiado pequeña y varios pacientes se han ubicado allí. A sus espaldas, otra dama espera. Ha estado comiendo bananas y mandarinas y tirando las cáscaras y las semillas al pie del arbolito. Dama diariera conversa animadamente con otra dama paciente, muy concentrada. En eso, siente un tremendo golpe en la espalda.
-Ay, qué susto -y qué dolor, piensa.
-Disculpame, pero si no, te picaba un mosquito.
Dama diariera no puede menos que pensar:
"La verdad, prefería la picadura".