martes, 22 de enero de 2013

TALLER REFRESCA

No, no es una frase publicitaria: ¡de verdad, refresca las ideas, las sensaciones, la mirada sobre la realidad!
 
Saber que uno puede crear y contar su propio mundo te hace crecer, te renueva.
Y, sí: estoy hablando del
TALLER DE LA PALABRA.

jueves, 10 de enero de 2013

MÁS TALLER... con amor


El taller de las coincidencias

Ese día abrí el correo y me encontré con un mail que promocionaba un taller de escritura: “Taller de la palabra”.
Ya hacía rato que andaba queriendo hacer algo de eso, porque necesitaba saber qué hacer con todas esas sensaciones que me bullían dentro. Había averiguado en un par de lugares pero no terminaba de arrancar.
Lo primero que advertí fue que la coordinadora tenía el mismo apellido que una amiga de la infancia que había reencontrado en el Facebook hacía un tiempo. El apellido mi amiga era Macía con C no con Z.
Enseguida me pregunté de dónde habría sacado mi mail.
Observé que el primer destinatario era, justo, un amigo de un colega a quien le había comentado, el día anterior, que tenía ganas de hacer un taller de escritura.
Entonces, le escribí preguntándole:
—¿Fuiste vos o las musas quienes le dieron mi mail?
La respuesta no se hizo esperar:
—¡Habrán sido las musas porque yo no fui!
Y me mandé, nomás, a ver de qué se trataba, y así conocí a Ana Silvia.
Descubrimos primero, que tenemos una amiga en común, de la cual tomó prestado mi mail, y el de la otra persona que aparecía en el remitente, con lo que se develó el misterio de las musas...  Igual fue mágico.
Con el tiempo, encontramos otro amigo en común con el cual compartimos, ambas, distintos espacios: yo desde el psicoanálisis -porque es psicólogo- , y Ana desde la escritura, porque también es poeta.
Cuando comencé, el taller se hacía en un bar de Independencia y Av. La Plata.
Desde el bar se podía ver un edificio cuyos balcones, decorados con azulejos de colores, me remitieron, tanto a la época de la facultad -unas cuadras atrás por Independencia- como al departamento donde viví de recién casada, -unas cuadras hacia adelante por J.B. Alberdi-
En ese bar, conocí a los antiguos integrantes del grupo:
Norma, que tiene la virtud de describir maravillosamente diversos pasajes de su vida.  A mí también me gusta escribir relatos de ese tipo, pero ella logra darles ese toque de emoción que los hace atrapantes.
Con Lucas comparto la pasión por la ciencia ficción y me deleito con sus historias sobre mundos paralelos, duendes, viajes interplanetarios y encuentros cercanos del tercer tipo.
También anduvieron por el bar una chica que estaba haciendo un cuento de ciencia ficción  y aventuras para niños, y Santi, que nos deleitaba con poemas tan bellos como nostálgicos.
El colmo de las coincidencias, fue aquella tarde en la que Ana presentó a una nueva integrante.
Algo me sonaba: su nombre, su voz, hasta que un par de referencias bastaron para que nos diéramos cuenta de que…¡habíamos trabajado en la misma institución!
Y eso no sería nada, porque es una institución muy grande; la verdadera casualidad fue que habíamos compartido durante un breve tiempo, en ese organismo,  una actividad harto insólita, -para el espacio donde trabajábamos-, como un rosal en el desierto. Y ahora, varios años después, estábamos las dos compartiendo una actividad más que alejada de la función que ejercíamos en esos años. ¡Qué pequeño es el mundo!
En cuanto a Ana, a medida que  fui conociendola advertí que coincidimos mucho en la forma de pensar… salvo por Dolina. A Ana no le gusta Dolina,  y a mí sí me gusta él y su melancólico Angel Gris, pero... bueno, nadie es perfecto.
Por eso yo digo que mi taller de escritura, es el taller de las coincidencias.  De las maravillosas coincidencias.
Allí compartimos, -todo mezclao como en el tango- cuentos, mate, poemas, tecitos, pasajes de nuestra vida, técnicas y alguna que otra comidilla. Donde lo único light, es el mate.
Y juro que, mientras pueda, voy a seguir disfrutándolo.

Susana Ruetinger  19-12-12

 

 

 

martes, 8 de enero de 2013


Mi Taller 

     Encontré el lugar de casualidad, por esas cosas de mujeres que hojeamos revistas mientras esperamos algo…
     Chiquitito, allí estaba medio escondido en la revista Sophia, el aviso de Ana, que invitaba a participar de su taller literario.
     Eso era justo lo que yo quería. En general, soy inquieta y buscadora incansable de cosas, hechos, o actividades que me motiven, que me den algo diferente de la monótona rutina diaria y, en lo posible, no muy lejos de casa, o sea que el ofrecimiento de Ana era maravilloso.
     En un espacio íntimo, pequeño, pero donde la imaginación y la mente se expanden a los lugares más remotos, encontré un cauce para mis inquietudes, un lugar que me resulta placentero, lúdico, cálido y  controvertido a la vez.
     Allí nos encontramos seres deseosos de poner palabras a nuestros sentimientos, a nuestros pensamientos, todos comulgamos con el gusto por la lectura y la escritura, y en esas horas se esfuman las diferencias de edades, credos o ideologías. Es un momento en el que todos tenemos algo en común, todos quedamos fascinados por la distintiva voz de Ana, la coordinadora, y sus encantadoras entonaciones, que dan vida a los relatos que comparte.
     A veces me encantan los cuentos, en otras ocasiones no tanto, pero siempre despiertan en mí algo, una sensación, un recuerdo, un anhelo…
     También fue un regalo extra encontrarme con Susana, una ex compañera de trabajo, con quien he compartido actividades en un ámbito muy diferente. Sin embargo, a otras veces me remito, el encuentro se da en ese espacio inigualable donde, quienes participamos, nos sentimos unidos por un hilo conductor artístico, expresivo, lúdico, de realización personal y expansión sensorial, ajenos aunque más no sea por unas horas a la vorágine exterior.
     De este año 2012 tan movido, para mí, con vaivenes, viajes y encuentros con gente nueva, me llevo esta joya artística que es el Taller Literario de Ana Silvia Mazía, un lugar al que siempre trato de llegar, a veces sorteando obstáculos y distancias, pero con el alma joven e inocente, ávida de aprender los secretos de las letras.

Marita Iglesias           

¡GANAR, GANAR, GANAR!

Digo yo, ¿cualquier cosa con tal de ganar?
¿Ganar qué?
¿Para qué?
¿Sos el mejor? ¿La mejor?
¿La más linda?
¿El más fuerte, rico, poderoso?
¿Cualquier cosa?

lunes, 7 de enero de 2013

HERIDA EXPUESTA


¡Te han herido, mi amor!

Te han herido. Qué angustia, qué pena, qué...

Qué vergüenza...

Qué vergüenza para nosotros.

Invitaste a que te hirieran. Provocaste la herida.

Ay. ¡Cómo me duele tu herida! Cuánto me duele que te hayan herido. Qué escarnio.

¿Cómo lo permitiste? ¿Más fuerte? ¿El agresor era más fuerte? ¡Y no gritaste...!

Que nadie te ayudaría... ¿Cómo que nadie te ayudaría?

¿Sí, gritaste?

Ah, yo no estaba. O estaba con la mente en otra cosa. No puedo estar alerta TODO el tiempo. Tengo otras cosas que atender.

Bueno, bueno, no llores.

¡Eh, no llores, que van a oírte!

Que no te oigan llorar, por favor.

Y... ¡porque es una vergüenza, por eso!

¿Ves? Eso es lo malo. Que no hayas hecho nada. ¿Y qué podíamos hacer ahora?

Ya pasó.

Bueno, bueno, ya pasó.

Todavía te duele... Pero ya no sangra.

¿Infección? ¿Dónde? ¿Adentro?...

Ah, no, claro: angustia, rabia, inseguridad.

No saber.

¿Cómo dice el tango? “No saber cuánto valgo y quién soy”.

Quién soy.
 
Algo así como una prosa poética... qué sé yo

viernes, 4 de enero de 2013

BIENVENIDO 2013

Muy bien, 2013, hagamos un trato:

 
 
yo te doy la bienvenida. Vos, tratame bien, daaale, no seas ortibaaa...