Parece que MD es varón /masculino / vir-vires, y MI, mujer, femenina /hembra/mulier-mulieris.
Y MD piensa que MI es un poco incompetente.
No, tontita no. Sólo un tanto torpe, les dice a sus amigos mientras se saca una pelusa de la lengua.
Pero arguye, con esa ecuanimidad que Dios o Natura le han dado, debo dejarla hacer para que desarrolle su aptitud, su confianza en sí misma.
Qué piensa MI, mientras tanto:
Cuán torpe soy. Oh.
Y agrega:
Si MD me diera, aunque sólo fuese, la menor oportunidad para ejercitarme suspira, mientras toma mate con sus amigas. Enfatiza: Una mínima... Pero no. MD siempre tiene que decir: "A ver, dejame a mí".
Una de las amigas de MI sacudió la cabeza y sonríe:
Me suena dice, irónica y comprensiva. Todos hacen lo mismo.
Y la otra amiga aporta:
¡Sí, tratan de parecer tolerantes para que no los acusen de machistas! No se dan cuenta de que, así, muestran la hilacha de papitos comprensivos.
MD, que ronda por la casa arreglando cosas diversas, percibe la lucha que se libra en su interior:
¿Me acerco a escuchar, o me meto en lo mío? Bah, qué me importa... Además, dentro de 15 minutos empieza el partido.
Después de mucho y muy arduo trabajo interior, de peleas, heridas, cicatrices, MD y MI se abrazaron, se entrelazaron, se acariciaron con cuidado, y sellaron un pacto de amor y colaboración.
Sería para el bien de cada uno de ellos dos, y del ser único al que pertenecían.
Pues, ¿qué otra cosa eran sino la Mano Derecha y la Mano Izquierda de una PERSONA?
Ana Silvia Mazía
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