¡Mochilas del mundo, uníos!
Abandonad las espaldas de vuestros amos, puesto que ni siquiera recuerdan
vuestra presencia.
Los que se quejan son los pobres desgraciados golpeados por vosotras,
porque los portadores no conciben la presencia de otros seres, ni calculan que,
con vosotras a cuestas, sus espaldas son más gruesas y dañinas.
Esto sucede todo el tiempo en los estrechos pasillos del transporte
público.
Por supuesto, algunos de vuestros amos os bajan de sus espaldas, y os
llevan colgadas junto a sus piernas mas... oh, inocentes bienintencionados, a
cada sacudida del vehículo, os bamboleáis y golpeáis las piernas de los vecinos.
Si lo pensamos mejor, ¡abandonad a vuestros amos por completo! No sólo las
espaldas sino todos ellos. Idos a vivir en libertad, a una isla soleada, sin
vehículos a motor!
¡Libres, sin amos descerebrados!
¡Libres, al fin...!
Ana Silvia Mazía (ex diariera)
2 comentarios:
y el corsejo del poema del lamento?
Vamos Ana, lease a si misma m'ija
Mejor que no se vayan las mochilas porque las van a suplantar con los changuitos con ruedas ¡te imaginas los changuitos con ruedas en el colectivo?
Publicar un comentario