Ojo: éste no es mi retrato, pero me sirve para contar algunas escenas diarieras.
Un rengo con muletas, mendigo, curda, cuenta orgulloso cómo denunció a un flaco más desgraciado que él, que se robó -robaba a menudo- las bolsas de pan que el panadero dejaba en un canasto, a la puerta del super chino, donde todavía no habían levantado la persiana metálica.
Y sigue luego.
A.S.M.
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